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Una Entrevista con Alexander Dugin

Traducido por Norax.

El filósofo ruso es llamado “el hombre más peligroso del mundo”.

¿Cuáles son sus verdaderos sentimientos respecto a Occidente?

La primera frase que aparece en la Wikipedia en inglés de Alexander Dugin sostiene que es un “político ruso analista y estratega conocido por sus opiniones fascistas”. Dugin ha sido llamado de muchas maneras – “el filósofo más peligroso del mundo”, “la mente de Putin”, un Rasputín moderno cuyo libro Los Fundamentos de la Geopolítica (The Foundations of Geopolitics) estableció la escuela moderna de la geopolítica euroasiática y se convirtió en lectura obligatoria para los oficiales militares rusos – pero el término “fascista” no encaja realmente con su ideología. De hecho, Dugin plantea su obra seminal de 2009, La cuarta teoría política (The Fourth Political Theory), como alternativa a las tres ideologías anteriores de comunismo, fascismo y liberalismo. Dugin describe su filosofía como antifascista, antirracista y, sin embargo, abrumadoramente antiliberal.  

La disonancia entre la página de Wikipedia en inglés de Dugin y sus propias creencias radica en el corazón de su obra (y refuerza el asunto del propio fundador de Wikipedia contra la neutralidad de la web, por lo que en Countere utilizamos Everipedia, basada en blockchain). Dugin aboga por la multipolaridad, en un sentido geopolítico y metafísico: no hay una “verdad” occidental, sino una verdad rusa, una verdad africana… aunque esto no implica que la verdad  no exista. Mirémoslo desde la perspectiva de la física: la velocidad de un tren en Japón es diferente según se mida desde la Tierra o desde Marte. Ambos planetas pueden tener las medicas correctas, la verdad absoluta existe, pero depende del marco de referencia. 

Suena bastante razonable – algunas ramas de la derecha y la izquierda americana podrían, incluso, estar de acuerdo – pero las teorías de Dugin se vuelven mucho más amenazadoras en acción. Sus teorías fueron usadas como justificación metafísica de la intervención rusa en Siria: simplemente para demostrar, argumentaba Dugin, que Estados Unidos no es el “único jefe en el mundo”. 

Básicamente, Dugin ha creado el marco filosófico para el antiamericanismo en todo el mundo. Dugin pide a las sociedades que rechacen el individualismo occidental, redescubran su ethnos y confíen en las verdades de su civilización. Tanto los izquierdistas, como los derechistas estadounidenses no estarían tan entusiasmados después de saber que Dugin cree que su visión de “progreso” – ya sea la promoción de la democracia o de los derechos LGBTQ – son racistas para las sociedades que no quieren este tipo de cosas, un insulto a la naturaleza cíclica de la vida y las civilizaciones y una terrible falta de respeto a las sociedades de nuestros ancestros. Cosas que asustan.

Hay un gran documental de Dugin, El lobo a la luz de la luna (The Wolf in the Moonlight), que entrevista al filósofo entre la estepa barrida por el viento y las ceremonias humeantes de su patria. Sin embargo, la mayor parte de la cobertura mediática occidental es histérica y señaladora, llena de etiquetas endémicas de nuestro paradigma político, cuestionando constantemente su relación con Putin (por si sirve de algo, Dugin insiste en que nunca ha sido asesor de Putin, aunque en las últimas dos décadas este haya seguido al pie de la letra su modelo). Su entrevista con la BBC derivó en que el entrevistador insistiese en que, a diferencia de los medios rusos, los medios de comunicación occidentales intentan, al menos, decir la verdad  (y si tú crees eso, amigo mío, estás en la web equivocada).

En la revista Countere hemos decidido tomar una perspectiva diferente. Decidimos dejar que el hombre hablara por sí mismo, y permitir a nuestros lectores juzgar los fundamentos de su filosofía. Preguntamos a Dugin acerca de su visión de futuro, si él cree que Occidente está condenado, y también acerca de la próxima colección de 24 volúmenes que él llama su obra magna. También nos dejó un mensaje para los jóvenes de Estados Unidos. Disfrútenlo. 

Esta entrevista ha sido editada para mayor claridad. 

En un mundo multipolar armonioso, ¿hay espacio para una civilización liberal individualista como la occidental? ¿O cree que el liberalismo está destinado a ir al basurero de la historia, así como el fascismo y el comunismo?

En primer lugar, creo que el mundo multipolar debe ser tratado de forma realista. No es un concepto utópico. No se trata de un sueño de rosas, de gente viviendo pacíficamente y amistosamente sin ningún conflicto o disputa. La multipolaridad no es más que el desplazamiento del punto principal de las decisiones globales de un lugar, Occidente, hacia múltiples lados. 

La multipolaridad podría tener sus propias contradicciones, conflictos y obstáculos, pero su naturaleza sería distinta a la de tener una hegemonía occidental estableciendo el actual liberalismo progresista como un orden global de verdades absolutas. La unipolaridad está unida al nuevo liberalismo progresista, y cualquiera que cuestione los valores  LGBT, Black Lives Matter, “progreso”, “tecnología” y “desarrollo científico” es considerado nazi, comunista, etcétera. 

El orden hegemónico global unipolar debería ser sustituido por un mundo multipolar más realista, con diferentes agrupaciones de ideologías y valores. Valores chinos para China, valores africanos para África, valores musulmanes para el mundo musulmán, valores europeos para los europeos. Si te haces ruso – ¡por favor, hazte ruso! – compartirás con nosotros la tradición, una sociedad conservadora, la monarquía y el autoritarismo, para bien o para mal. Y, en respuesta a tu pregunta, si la civilización americana o europea prefiere ser una democracia liberal capitalista, depende absolutamente de ti basar tu sociedad en esos principios. 

En este mundo multipolar, no hay una verdad universal. No hay tal cosa. Alguna gran civilización podría proponer algo como universal, pero no debería imponerse. Nadie puede ser el juez universal absoluto. Eso es la multipolaridad. No es ideal, es solo algo que es absolutamente necesario en nuestra situación. 

Parece que tanto los estadounidenses como los rusos pensamos que nuestra sociedad tiene los mejores valores. Pero tratar de imponerlos, o de hacerlos universales, va en contra de la naturaleza.  

Sí, pero creo que es bastante comprensible. Si crees honestamente en tus valores, no podrías aceptar que sean algo relativo. Es normal, ingenuo, pero normal. Lo único que deberías reconocer es que otra sociedad no tiene por qué estar de acuerdo con tu forma de entender las cosas. Podrías seguir considerando tus propios valores como los mejores y, sin embargo, aceptar que el Otro pueda pensar de forma diferente. Eso es la multipolaridad. 

Debes quedarte con tu verdad absoluta, pero no debes negar al Otro su capacidad de tener la suya propia. Ni peor, ni mejor, simplemente otra. Yo creo que cuando los liberales, los verdaderos liberales, muestran esta capacidad para aceptar al otro, debemos ir con ellos: hablar con ellos e intercambiar conceptos con ellos. Aunque cuando dicen que estás obligado a ser liberal, que si no serás considerado nazi, o comunista, o putinista, o terrorista musulmán, que debes ser destruido y aniquilado en nombre de la libertad, eso es otra cosa totalmente diferente. 

El problema de la unipolaridad actual es que Estados Unidos y Occidente no aceptan el derecho del Otro a ser diferente de ellos. El Occidente de Biden, el del Partido Demócrata, sigue queriendo imponer las creencias de la mitad de la población estadounidense como algo universal para toda la humanidad. Eso es una perversión total. No es liberalismo. Es un nuevo tipo de totalitarismo. 

Cuando pienso en sus ideas desde un punto de vista teológico, yo, por supuesto, pienso que mis valores estadounidenses son los mejores, pero imponerlos como absolutos en otras personas sería jugar el papel de Dios. Me pregunto cuáles son sus pensamientos en cuanto a la relación de Dios con la Cuarta Teoría Política y la multipolaridad. 

Esto es lo principal. La relación con los Dioses no depende de Dios, sino de la cultura o la sociedad. No porque el Dios sea diferente, sino porque la cultura o sociedad es diferente.

Por ejemplo, nosotros somos rusos. Creemos que nuestra civilización cristiana ortodoxa – iglesia, religión, sociedad, historia, tradición – es universal. Estamos seguros de que estamos en lo cierto, de que tenemos la verdad absoluta, pero podemos admitir que hay otras culturas que tienen su propio camino hacia la verdad, y no imponemos nuestro vía a esta verdad absoluta. No es relativismo, ni universalismo. Es un equilibrio. 

Cada uno tiene un punto diferente de partida. Quizás el punto de destino coincida, quizás no. Pero si no alcanzamos el final, no podremos juzgar si hay un Dios o no, ni si es nuestro Dios o no. Podríamos afirmar eso desde el principio. Pero debemos demostrarlo. Y no podemos demostrarlo convenciendo a los demás. Deberíamos darnos cuenta de nuestra fe dentro de nosotros. Así que deberíamos convertirnos en santos. Deberíamos convertirnos en verdaderos cristianos, no sólo principiantes. 

Deberíamos acercarnos al punto final de destino, y solo desde ese punto, deberíamos juzgar al otro y tal vez juzgarnos a nosotros mismos, en lugar de al otro. Porque cuanto más nos acercamos a Dios, menos deseo tenemos de juzgar al otro, y más divinos llegamos a ser: menos agresivos, con menos voluntad de poder. ¡Y eso es muy importante! Al llegar a lo más profundo de nuestra religión, nos convertimos en algo universal, pero no imponiendo nuestro punto de partida al otro. 

En el caso del liberalismo, los liberales no pueden decir que defienden a su Dios. Ellos defienden su única verdad: el relativismo puro, la actitud totalmente nihilista. Tu sociedad podría ser nihilista, pero es tu decisión. Puede ser tu camino, hacia Dios o hacia el diablo, pero es tu decisión. La única cosa en la que insistimos es en que todo el mundo tiene derecho a ser diferente.  

Si Estados Unidos está contento con su sociedad, es su decisión. Es su presidente. Pero yo estoy casi absolutamente seguro de que la mitad de los ciudadanos estadounidenses también rechazan esas interpretaciones del liberalismo. Porque es el antiliberalismo en su esencia: obligar al otro que no quiere a aceptar tus puntos de vista. Lo bueno del liberalismo es aceptar las diferencias. El liberalismo progresista moderno no acepta las diferencias, nos obliga a pensar a su manera. A decir esta cosa y nunca otras. Nosotros rechazamos eso, que es puro totalitarismo. Es peligroso y deberíamos luchar contra ello. 

Algunos dicen que el liberalismo estaba condenado desde el principio, y otros señalan el efecto corrosivo de la tecnología sobre la democracia. ¿Cuál cree usted que fue el error fatal del liberalismo?

He seguido la historia del liberalismo hasta sus raíces. Y cuanto más investigo, más convencido estoy de que desde el principio – o justo antes del principio – el liberalismo tenía el concepto metafísico equivocado.

Me refiero al origen del liberalismo. Duns Scotus (un fraile franciscano considerado como uno de los filósofos-teólogos más importantes de la Edad Media) afirmó que lo más general es la materia. El individuo es el punto más alto, lo más espiritual, la cima. Haecceidad en latín. Dios no creó ideas o especies, creó individuos. 

Eso era totalmente opuesto al realismo de Tomás de Aquino, Platón y Aristóteles. Porque, de acuerdo con Platón y Aristóteles, lo espiritual era algo que pertenecía al género de las especies: lo más general o la idea más general. La materia sólo sirve para separar. Esta influencia de la materia separadora sobre la idea general crea lo individual, siendo el individuo es el nivel más bajo. 

Así pues, desde el principio – antes del liberalismo y del capitalismo – había una especie de base metafísica que consideraba la cosmología, la ontología y antropología clásicas de otro modo. El liberalismo tiene sus raíces precisamente en ese individualismo: todo es materia, y por encima de la materia solo existe el individuo. Este individuo. No la humanidad. 

El liberalismo actual es la etapa terminal del desarrollo histórico de este individualismo. Por eso el liberalismo es erróneo en mi opinión, pero si tú piensas lo contrario, por favor, no insisto en eso. Así es como yo leo la historia del liberalismo. Lo comparo con la tradición cristiana ortodoxa, con la filosofía rusa, con el socialismo ruso, y entiendo perfectamente por qué lo rechazamos en el pasado. Lo rechazamos en la Edad Media con la Iglesia, en la época soviética, y ahora, rechazamos a Joe Biden, Kamala Harris, los globalistas, el “Great Reset”, el capitalismo y el liberalismo. Porque pertenecemos a la comprensión de la ideología del Otro.

Para nosotros lo más importante es la realidad intelectual, espiritual e interior, no la realidad externa. Nosotros descendemos a la individualidad, no ascendemos a ella. Por eso rechazo todo en el liberalismo, de manera metafísica. Pero si considero las diferentes etapas del liberalismo, estoy de acuerdo en que el primer liberalismo parece mucho más normal, más humano. El liberalismo tardío no es más que una perversión del mismo: la disolución final de todos los errores incrustados en la filosofía liberal. 

[Es Hora de Practicar El Raw Egg Nationalism]

¿Cree que es posible que la civilización occidental vuelva a la primera forma del liberalismo? ¿O cree que nos dirigimos ineludiblemente hacia la autodestrucción?

Si consideramos la trayectoria occidental y, principalmente, la trayectoria anglosajona de la humanidad, desde Duns Scotus y la orden franciscana, hasta Joe Biden y su visión globalista totalitaria del liberalismo post-humano, es cuanto menos sorprendente. Resulta muy extraño ver lo consecuente que fue. Había una especie de lógica en ello. 

Quizás la parte occidental de la humanidad hizo un pacto con el liberalismo, con este individualismo, y por eso vemos tanta lógica en su historia. Así que irá en la misma dirección, con cierta indecisión, pero siempre hacia su destino. Trump fue indeciso; el rechazo europeo hacia la presión de los estadounidenses es indeciso; el populismo también es indeciso. Pero es la lógica de la cascada. Si estás cayendo, puedes frenar un poco, agarrarte a alguna piedra. Pero después de eso, el agua empuja hacia abajo, hacia el fuego. 

Creo que el destino cultural de Occidente es llegar hasta allí. Pero creo firmemente en la libertad de la persona humana. Siempre que el hombre diga “¡No!” al destino elegido por él mismo,  puede cambiarlo todo. Así que, si permaneces fuerte y dices: “¡No, Biden! ¡Fuera! ¡No a los liberales! ¡Fuera! ¡No al BLM, ni a los intelectuales artificiales! ¡Estamos orgullosos de ser estadounidenses, como nación, como pueblo!” podrías siempre cambiar tu destino. Pero debes entender la seriedad de esta decisión. No solamente se trata de cambiar de partido o de líder para decir sí o no al aborto. En absoluto. Es una gran decisión que podría alterar la lógica del tiempo. 

Siempre es posible, aunque no demasiado probable. Es muy, muy extraño. Y la muerte está muy cerca. Porque la muerte será consecuencia de la actitud post-humanista, casi completamente aceptada en Occidente. Todo estará perdido cuando ya no exista el ser humano. Pero creo en el libre albedrío de la sociedad estadounidense para decir no al abismo.

Parece que los estadounidenses tenemos que redescubrir nuestro propio ethnos para averiguar quiénes somos como pueblo. Ya ni siquiera nos ponemos de acuerdo en si deberíamos estar orgullosos de nuestro país, o de nuestros vecinos. 

En mi opinión, Estados Unidos no tiene ethnos. Estados Unidos no es un pueblo. Estados Unidos no es una nación. Desde el principio, fue un tipo de sociedad civil basada en la identidad individualista. Todo fue creado en torno a esta norma del individualismo. Es la base de la Constitución, de la Revolución Estadounidense; no fue una continuación de la historia europea hecha por un ethnos, por un pueblo, por religiones o por naciones. Fue algo creado desde cero. Una especie de sociedad del futuro creada artificialmente, basada en el principio que excluía cualquier tipo de identidad colectiva. 

Pero, como los estadounidenses eran y siguen siendo humanos, no pudisteis daros cuenta de esta visión post-humana totalmente. Aún teníais algunos lazos con el otro. Así que teníais un simulacro de comunidad, de identidad nacional. Pero el elemento individualista en la base de la sociedad estadounidense era la fuerza que erosionó muchos de estos principios, hasta su punto más extremo hoy en día. Creo que hablar sobre la identidad estadounidense el día de mañana será considerado como un discurso de odio. Ya es un delito contra la corrección política.

Así que, en mi opinión, el pueblo estadounidense fue puesto desde el principio en esta situación para ser un post-pueblo. Estados Unidos es una sociedad civil post-étnica basada en el consenso variable de los individuos. Esa no es una buena base para crear etnias. Es una muy buena base para destruir cualquier tipo de solidaridad. 

Creo que el resultado lógico de todo esto es la separación de la sociedad estadounidense en dos partes, porque el individualismo divide, no puede unir. Y para crear un ethnos, para convertirte en un pueblo, se necesita un giro de 180 grados en la historia. 

Tal vez lo encuentres en las guerras, los desastres, las revoluciones. Como rusos, nuestra historia está llena de eso. Durante todas estas guerras, desastres y revoluciones, nos preguntamos a nosotros mismos: “¿Quiénes somos? ¿Qué nos une? ¿Qué nos divide?”. Esa es una gran experiencia histórica sobre el significado de nuestra identidad.  

Estados Unidos no ha tenido eso. Solo en parte, en la Guerra Civil, pero incluso eso no está decidido aún. La línea divisoria sigue estando ahí, con el sistema bipartidista y las identidades de los blancos, los negros, etcétera. 

Hoy en día, Estados Unidos está en una situación muy, muy crítica. Si es posible cierta unidad del pueblo estadounidense, no sabemos cómo podríamos llegar a ella. Por el contrario, todas las señales muestran que la sociedad estadounidense está cada vez más dividida. Ese es el peor momento para soñar con el pueblo, con la nación, con el ethnos. Pero tal vez sea la mejor situación, porque de otra manera no habrá más estadounidenses. Al menos estadounidenses que sean humanos. 

¿Ha escuchado hablar sobre Bronze Age Mindset , escrito por Bronze Age Pervert?

He escuchado algo, pero no mucho.

De acuerdo. En el documental El lobo a la luz de la luna (The Wolf in the Moonlight), usted hablaba de la finalización de su obra magna. ¿De qué trata su obra magna y por qué es su obra magna?

Es una obra de 24 volúmenes. Algunos de estos volúmenes son muy grandes, de más de 1000 páginas. Es mi obra magna porque en ella he concentrado mis ideas principales en estos libros. Contiene el resumen de mi filosofía y mi visión de las civilizaciones humanas.

He dedicado un volumen a cada gran civilización. La idea principal era demostrar que cada sociedad tiene su propio tiempo, espacio, naturaleza y destino, y que la humanidad está compuesta por esos mundos. No hay una humanidad, un mundo, una historia o un destino; hay muchas humanidades, muchos mundos, muchas historias y muchas culturas. 

No podemos crear una jerarquía de civilizaciones: afirmando, por ejemplo, que a partir de una “sociedad arcaica” se desarrollará necesariamente una “sociedad bárbara”, y a partir de la “sociedad bárbara” se desarrollará la “civilización”. Eso es lo que la gente del siglo XIX creía, y eso es lo que siguen creyendo los universalistas y los materialistas: que hay una sola humanidad que pasa por las etapas de desarrollo directamente hacia el mismo objetivo. 

Yo niego eso. Y trato de demostrar en 24 volúmenes el carácter cíclico e independiente de las diferentes civilizaciones. Tenemos muchas humanidades, y cada humanidad está viviendo en un ciclo diferente, con diferentes condiciones y diferente lógica interna. Por ejemplo, yo he descubierto que los indios entienden el tiempo de una manera totalmente diferente. Los chinos tienen una actitud totalmente diferente hacia su naturaleza, cultura, sociedad, y para organizar el diálogo entre estas civilizaciones, primero necesitamos estudiarlas atentamente. 

Cuando estudiamos una civilización, deberíamos abandonar totalmente nuestra propia identidad. Deberíamos olvidar lo que sabemos sobre el hombre, la mujer, la física, el cosmos, la religión, la sociedad, la familia. Deberíamos intentar adentrarnos en la visión de las cosas y liberarnos de nuestros prejuicios universalistas -no solo estadounidenses, sino rusos. Cuando intenté estudiar el pueblo africano, no había nada en común con mi mundo ruso, bizantino, eurásico y monárquico. Pero no debía proyectar mis opiniones, mis juicios, en el continente africano. De lo contrario, no podría entender nada. 

He empleado este método en mis libros. El método que he desarrollado lo llamo “El método de los tres logos”. Sigo más o menos a Nietzsche en su distinción sobre el logos apolíneo y dionisiaco, pero he llegado a la conclusión de que no es suficiente. He introducido el tercer logos de Cibeles, o la “Gran Madre”. Pero lo interesante es que he encontrado los tres logos en todas las civilizaciones. No podríamos decir que “esta es la civilización de Apolo, esta es la civilización de Dionisio, esta es la civilización de Cibeles”. A veces, un logos prevalece y, otras veces, en la misma cultura, prevalece otro. 

Cuando comencé a aplicar este método a la civilización norteamericana, descubrí muchas cosas interesantes. He llegado a la conclusión de que la mente estadounidense es muy diferente de la europea. Está basada en un paradigma muy particular: el pragmatismo. Y el pragmatismo es totalmente opuesto al utilitarismo.

El pragmatismo de la mente estadounidense es la apertura total de lo que debe ser el sujeto y lo que debe ser el objeto. Es el encuentro entre el sujeto totalmente libre con el objeto totalmente libre, sin prescripciones normativas, y esa es la realidad. Es muy divertido. De hecho, me he enamorado del pragmatismo. Explica los mejores y los peores aspectos de la civilización estadounidense.  

Lidiar con la civilización norteamericana era totalmente diferente de la civilización latinoamericana o la civilización sudamericana. Descubrir una civilización tras otra fue una especie de viaje metafísico para mí. Una prueba metafísica a través de mundos diferentes. Y, a partir de eso, he trazado un mapa mundial multipolar de la humanidad.  

No son solo 24 volúmenes los que he escrito y publicado. Es una invitación a continuar mi trabajo. A ir más allá. Rusia para los rusos, Eurasia para los euroasiáticos, África para los africanos: todo el mundo debería interpretar esta invitación desde diferentes perspectivas. Es solo una primera aproximación para establecer la multiplicidad y la dignidad de cada sociedad, pequeña o grande, “arcaica” o “desarrollada”. 

Por eso mi trabajo está siendo explorado en Latinoamérica: ellos entendieron mi invitación, y comenzaron a enriquecer mi esbozo del logos latinoamericano. En África, los estudios de Chad, Benin, y el Sahara Occidental comenzaron a desarrollar esta idea del logos africano para mejorar y corregir mis aproximaciones al respecto. Lo mismo para China, para Oceanía, para el mundo islámico, y eso es extremadamente fructífero. 

Las conferencias introductorias a estos 24 volúmenes han sido publicadas ya en muchos idiomas. Creo que en algún momento aparecerá la traducción al inglés. Creo que eso es muy importante. No es sobre mí mismo. Se trata más bien de ti mismo, y de todos los demás. 

[He Probado Carne Ruda de Todo El Mundo]

Eso enlaza con mi última pregunta. ¿Cuál es su mensaje para los jóvenes de Estados Unidos?

En primer lugar, estoy de acuerdo con las palabras de Martin Heidegger, citando a Höderlin: “Donde esté el riesgo máximo, hay una salvación. Con el peligro extremo, llega la salvación extrema”.

Creo que los jóvenes de Estados Unidos son los que corren más peligro. Estáis al borde de la inexistencia. Y de alguna manera es vuestra culpa. Así que no sois solo víctimas, sino autores de eso. Por ello deberíais asumir la responsabilidad sobre vosotros mismos. Deberíais asumir la responsabilidad del abismo que estáis abriendo. Quizá seáis los primeros en caer en él. Pero depende de vosotros. 

Es muy serio. No hay que limitarse a decir que hay élites pervertidas:   Pizzagate, reptilianos o conspiraciones. Como dijo Nietzsche: “Dios ha muerto”. Nosotros lo hemos matado. Tú y yo. Así que esto trata de la responsabilidad europea por el asesinato de Dios. Esta es tu civilización. Ustedes lo han hecho. Y si pertenecemos a esa civilización, lo hemos hecho nosotros.

Ese es el punto de partida. Debes ser responsable de todas las consecuencias nihilistas de la imposición de la cultura liberal individualista. No se trata de culpa; sino de destino. Si es tu destino, síguelo conscientemente hasta el final. El final está muy cerca.

Pero si no estás de acuerdo con esto, si sientes que no es tu destino, si sientes que el viejo Joe, la ideología LGBT+, el globalismo y la tecnociencia no son lo tuyo, entonces, bienvenido al martirio. Bienvenido al antiguo martirio cristiano. No es fácil luchar contra esto, no se trata de ajustar “un poco” algo en la sociedad. Debéis rebelaros contra vosotros mismos. 

Habéis llegado al primer punto final. Ya estáis algunos pasos por delante de todos los demás en la noche, y os toca decir: “La noche se ha acabado. La mañana está llegando”.

Pero podéis hacerlo. Es vuestra decisión, la mayor responsabilidad recae sobre la sociedad estadounidense, más que sobre cualquier otra. Estáis en posición de decidir por toda la humanidad: ser o no ser. 

Es difícil esperar algo de las generaciones mayores, ellos lo perdieron todo. Solo los jóvenes estadounidenses pueden hacer este cambio, este giro en su historia. Y eso es volviendo a las raíces, al logos, al logos estadounidense. Es algo muy difícil y peligroso el logos norteamericano, pero es vuestro destino. Es vuestro deber redescubrir, reafirmarlo y responsabilizos de ello. 

Así que esta es mi sugerencia, mis humildes observaciones sobre la juventud estadounidense.

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